No podremos vivir en paz y armonía mientras no exista un esfuerzo visible para reconocer la dignidad inalienable del individuo y poner a este individuo en el primer plano de todos los sistemas.

Los dientes del dragón, Hubert Lanssiers

La Asociación

La Asociación Dignidad Humana y Solidaridad, fundada en 1996 en el Perú, continúa la labor humanitaria que, durante más de cuarenta años, realizó nuestro fundador el padre Hubert Lanssiers en las diversas cárceles del país. Él inició su labor en 1964 como capellán en el penal San Pedro de Lurigancho y El Frontón. En 1980, Carlos Álvarez Osorio comenzó su trabajo junto al padre Lanssiers, y es quien desde el 2006 ––año del fallecimiento del padre Lanssiers–– preside la Asociación, mantiene vivo el espíritu de la obra y guía su desarrollo.

Nuestro trabajo se ha legitimado con el tiempo y ha logrado crear una red de colaboradores con la cual se coordina la labor humanitaria tanto en las prisiones como fuera de ellas. Así, la Asociación cuenta con la colaboración de la embajada del Reino de los Países Bajos, la embajada de España, la embajada de Bélgica, Petroperú, el ICPNA, la CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, Oikocredit, el Banco de Crédito del Perú, Making Conexión, la Defensoría del Pueblo, entre otros. La Asociación continúa a la fecha con este legado y concentra sus esfuerzos en ser un puente de oportunidades entre el mundo exterior y el detrás de los muros. Todos sus miembros integrantes son voluntarios.

Las actividades de la Asociación se concentran principalmente en Lima y Callao; atendemos los penales Piedras Gordas 1 y 2 en Ancón, Aucallama en Huaral, Carquín en Huacho, Cañete, Miguel Castro Castro, Lurigancho, Anexo de Mujeres, Santa Mónica y Fátima en Chorrillos, y Sarita Colonia en el Callao. En la época difícil de terrorismo el padre Lanssiers y Carlos Álvarez Osorio visitaban frecuentemente los penales en todo el país, en los que régimen había impuesto medidas graves de seguridad, a fin de atender cualquier emergencia y necesidad. La Defensoría del Pueblo nos apoya en nuestras gestiones, ya que trabajamos coordinadamente con la Adjuntía de Derechos Humanos y su representación en Asuntos Penitenciarios.

 La labor humanitaria que desarrolla la Asociación tiene como misión principal lo siguiente:

  • Apoyar con asesoría y defensa legal a las personas inocentes, las personas detenidas por delitos menores y a aquellas sometidas a flagrantes violaciones de su dignidad;

  • Ofrecer a los internos oportunidades de rehabilitación a través de la creación artística, la educación, el trabajo y la comercialización de sus productos; y

  • Ayudar a que las personas que se encuentran en prisión puedan recuperar su libertad con dignidad, y que al cumplir sus condenas se reinserten en la sociedad de manera responsable, útiles laboralmente y como ciudadanos dignos.

Historia

Nuestra experiencia de trabajo en penales se remonta al año 1964, en que Hubert Lanssiers inició sus labores de capellán en el EP San Pedro de Lurigancho; 5 años después asistió también al penal de la isla del Frontón. En 1980, Carlos Álvarez Osorio comenzó a trabajar con él, y desde esa época hasta la fecha actual, continúa con esta labor humanitaria.

Entre los años 1990 y 1996, el padre Lanssiers y Carlos Álvarez Osorio lograron la libertad de 1402 personas acusadas injustamente del delito de terrorismo y traición a la patria. Hay aún casos pendientes por resolver de esa época difícil que vivió el Perú. La violencia política ha disminuido considerablemente, pero la violencia social aumenta. En 1992 el gobierno peruano aplicó una serie de medidas de emergencia que involucraron a jueces sin rostro, débil o inexistente defensa legal, y carencia del tiempo y los recursos necesarios para analizar los casos. Sin pruebas, en muchas ocasiones, las sentencias implicaron a personas inocentes o condenaron severamente a quienes merecían penas significativamente menores por una participación forzada o tangencial. El gobierno, consciente de estos hechos, en 1991 creó la Comisión Gubernamental de Diálogo con los Organismos de Defensa de los Derechos Humanos, presidida por el padre Hubert Lanssiers y dirigida por Carlos Álvarez Osorio, para que fuera su interlocutora con los organismos de Derechos Humanos y se dedicara a proporcionar defensa legal y asistencia humanitaria a los acusados por terrorismo y traición a la patria que se consideraran inocentes. En 1996 creó la Comisión Ad-Hoc, Ley 26655 y la Defensoría del Pueblo, para revisar los casos y liberar a quienes resultaran inocentes del delito de terrorismo y traición a la patria. Además, el gobierno, por recomendación de la Comisión Ad-Hoc, emitió resoluciones supremas basadas en el derecho de gracia para los procesados y en el indulto para los sentenciados. Se logró la liberación de 560 personas. El padre Lanssiers fue designado representante personal del presidente de la república de ese entonces en la Comisión Ad-Hoc y Carlos Álvarez Osorio fue nombrado asesor de la misma.

Nuestra labor comenzó con internos por delito común, pero las circunstancias del estado de violencia nos llevaron a dedicarnos también a los internos por terrorismo que carecían hasta de la visita más elemental y vivían confinados en la celda veintitrés horas y media de veinticuatro. Todo esto, décadas dedicadas al trabajo en prisiones, nos forjó conocimiento, logros y una red de colaboradores a lo largo de todo el país y el extranjero. Desde los años 70, el padre Lanssiers y posteriormente Carlos Álvarez Osorio, participaron, por encargo de los diferentes gobiernos de turno, en diferentes comisiones de indultos. Hemos ayudado a reconstruir expedientes de personas que no tenían ningún registro de su reclusión, que eran prácticamente inexistentes por haberse extraviado en el Poder Judicial sus respectivos expedientes.

Dignidad Humana y Solidaridad tiene un espacio ganado en el interior de las prisiones. Realizamos frecuentes visitas para conversar directamente con los internos y enterarnos de sus problemas, y coordinamos con las autoridades pertinentes la solución de los mismos. La promoción del empleo, el acceso a la lectura a través de bibliotecas, las charlas culturales y la conversación personalizada ayudan al interno a valorarse como persona y a mejorar su estado emocional, moral y su conducta. Muchos de ellos han aprendido dentro de la prisión un oficio que les ha ayudado para su manutención cuando han sido liberados. Sin embargo, es importante contar con los recursos necesarios para agilizar la labor y optimizarla, pues las prisiones en el Perú no han sido construidas con espacios para el trabajo y el estudio. Esto ha implicado que en muchos casos sean los propios internos quienes han acondicionado algunos por su propia cuenta. Muchos trabajan dentro de sus celdas con escaso espacio y luz, y la mayoría carece de los recursos para obtener los materiales que necesitan emplear en sus trabajos.

 Con los internos artistas, pintores, ceramistas y talladores, hemos logrado conseguir un lugar propio para desarrollar una labor creativa, los que aprenden, a su vez, ayudan a sus compañeros con sus enseñanzas. El primer taller de cerámica fue creado en el EP Miguel Castro Castro en 1994, gracias a la colaboración de la embajada del Reino de los Países Bajos y luego se incrementaron por la ayuda de la embajada de Bélgica, la embajada de España y AECID. El año 2007, gracias a la embajada del Reino de los Países Bajos, hemos podido instalar talleres de cerámica en 3 penales más: Lurigancho, Santa Mónica y San Jorge. De igual modo, gracias a la embajada de España y AECID pudimos instalar 14 talleres de cerámica en diversos penales de Lima y en el interior del país. Actualmente, además de los talleres de cerámica, hemos podido instalar talleres de zapatería, panadería, talleres de diversos productos en cuero fino, bordadurías, confección de ropa, entre otros.

Cuando el individuo logra su libertad, tiene por delante el gran problema de la vuelta al hogar y su manutención. Nuestro trabajo pretende ayudarlo a transformar esta dificultad en una oportunidad, aprovechando el tiempo de reclusión dedicándolo al estudio, al trabajo y a la creatividad artística. Cientos de ex internos continúan con la labor que aprendieron en la prisión y trabajan en sus propios talleres día a día.

Por otro lado, sabemos que la falta de acceso a financiamiento es una dificultad para formar un emprendimiento propio o continuar con uno formado en prisión, en el que los internos y ex internos puedan emplear los conocimientos adquiridos de tal forma que permita a los internos y ex internos ser autogeneradores de sus ingresos. Es grave el impedimento al sistema financiero, y tiene su base en percibir al interno, o al ex interno, como muy riesgoso, y poco o nada confiable. Ello a su vez impide el acceso al capital y el progreso ganado se trunca. Por lo expuesto, hemos desarrollado con la CAF el proyecto de los Bankomunales “Hubert Lanssiers”, los que consisten en un sistema de ahorro y préstamo; un proyecto que les enseña a crear fondos solidarios para el trabajo, además de educar a los internos en el buen uso del dinero y su administración. Hay 1 en el EP Lurigancho y 4 en el EP Miguel Castro Castro. Además, hemos apoyado en la creación de dos organizaciones: la “Asociación de Pequeños y Micro Empresarios en Prisión Padre Hubert Lanssiers”-APEMEPHL en el EP Lurigancho- y la “Asociación de Empresarios Comerciantes y Emprendedores en Prisión Hubert Lanssiers”-AECEPHL-, en el EP Miguel Castro Castro. Ambas albergan a los internos que trabajan y se preparan para un futuro mejor. Lo que se busca con el diseño e implementación de estos proyectos es que los internos y ex internos se conviertan en autogeneradores de su propio destino; que sean capaces de insertarse en la sociedad siendo uno de los medios principales el mercado laboral, y no solo como empleados, sino sobre todo como pequeños empresarios. Para lograrlo, el proyecto busca que desarrollen habilidades de gestión empresarial tanto en el conocimiento técnico (desarrollo de sus propios productos), como en el conocimiento sobre temas de gestión.

 Apoyando la creación de sus propias empresas eliminaremos la barrera principal que les pone la sociedad al salir en libertad: la falta de empleo. El proyecto contempla la formación intelectual y espiritual.

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Nuestro trabajo

Hemos desarrollado programas y proyectos que fortalecen habilidades y aptitudes en los internos; así, los talleres productivos “Arte y Esperanza” son íntegramente manuales: cerámica, telares, zapatería, confección de vestidos, carpintería, talla de asta-hueso, agroindustria, gastronomía, bisutería, entre otros. También incluyen proyectos artísticos: pintura (óleo, dibujo, acuarela, grabado, etc.) Todos ellos ya son una fuente de ingreso para el interno, pues tenemos contratos de producción con empresas privadas, realizamos ferias, y distribuimos productos en tiendas y mercados. Sin embargo, pueden convertirse en una alternativa mejor de desarrollo y de ingresos económicos. Por eso, nos empeñamos en que esta fuente de trabajo sea sostenible en el tiempo y se complemente con una adecuada formación empresarial, que ya venimos impulsando con el proyecto PYMES en Prisión.

En cuanto a la difusión de tales actividades, cabe mencionar que realizamos una exposición-venta en la Sala de Arte “Venancio Shinki” del ICPNA de Miraflores cada mes de diciembre y presentamos la producción anual de los mejores trabajos de diversos penales del país. Este evento marca la pauta de la producción y la comercialización del año. Lo hacemos desde 1996 y los frutos son enormes en términos de imagen, ingresos económicos y difusión cultural. Además, esta actividad recibe gran cobertura por parte de diferentes medios de comunicación y mucha asistencia de público.

De manera excepcional, en el año 2020, la exposición-venta “Arte y Esperanza: Creando Futuro” se realizó en formato virtual a causa de la pandemia. Esta modalidad fue inédita en la trayectoria de este proyecto, y fue posible gracias a una donación de una página web que, además, será un medio permanente para que los internos puedan exhibir y comercializar sus trabajos.

Asimismo, nos preocupamos por que los internos se desarrollen en áreas como cuento y poesía, para lo cual organizamos concursos literarios anuales llamados “Concurso Nacional Hubert Lanssiers” en todos los penales del país. Tenemos como al Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA), la Embajada del Reino de los Países Bajos, la embajada de Bélgica y la Defensoría del Pueblo. El jurado ad honorem lo conforman escritores y poetas como Daniel Alarcón, Marco Avilés,  Marco Martos, Giovanna Pollarolo, Santiago Roncagliolo, Rocío Silva Santisteban y muchos otros. El destacado lingüista y docente Luis Jaime Cisneros, fallecido el año 2011, también formaba parte de dicho jurado. Al final de cada concurso, los poemarios o los cuentos ganadores son reunidos en un libro que se edita e imprime. 

Por otro lado, fomentamos el estudio académico con universidades en el sistema a distancia y en el técnico presencial con SENATI. Además, fomentamos el aprendizaje de idiomas como quechua, francés, italiano, inglés, chino y portugués. Tenemos convenios con el Instituto Italiano de Cultura y la Alianza Francesa. Dos ex internos del EP Miguel Castro Castro son actualmente profesores en la Alianza Francesa y se graduaron en nuestro sistema autodidacta, el cual validan y certifican estas instituciones. Finalmente, en diversas oportunidades promovemos que profesionales de distintas áreas brinden charlas a los internos sobre temas que forman parte de disciplinas tales como psicología, derecho, filosofía, historia, educación, literatura, cocina, pastelería, etc., entre otras.

Hubert Lanssiers. Archivo Petroperú

Hubert Lanssiers

En la cárcel nadie sabe muy bien dónde se sitúan los límites de lo justo y de lo injusto, nadie está seguro de tener derechos, o de tener el derecho a tener derechos. Todo el mundo teme ser víctima de una injusticia o teme que la sociedad le niegue la posibilidad de ser juzgado con equidad. Los resultados de esta confusión mental son el miedo y el odio. El miedo porque, cuando fenece el respeto institucional por la ley, entonces, lo único que subsiste son la fuerza y las relaciones de fuerza. El odio porque, si el juez no está movido por el deseo de reinstaurar, entre el agresor y su víctima, la igualdad y la equidad, entonces, no queda instancia que pueda purgar al criminal de su culpa o liberarlo de su deuda y, por lo tanto, no subsiste otra solución que odiarlo. - Hubert Lanssiers

Hubert Lanssiers Dirix nació en Bruselas, Bélgica, el 3 de noviembre de 1929. Desde pequeño, la vida puso ante sus ojos las situaciones más violentas. La II Guerra Mundial obligó a su familia a emigrar a Francia, donde inició sus estudios en el seminario de los Sagrados Corazones de la Recoleta. Tras el fin de las hostilidades, acompañó al ejército de ocupación aliado en Colonia. A los 30 años fue ordenado sacerdote en Tokio, y permaneció en Japón una década estudiando Teología, Lenguas y Civilizaciones Orientales. Posteriormente, vivió de cerca las guerras de Camboya y Vietnam, sumando a su experiencia una gran habilidad mediadora, que requeriría a fondo en su destino final: Perú.

En 1964 comenzó su labor pastoral en nuestro país con los inmigrantes japoneses de La Parada en la Victoria. Uno de ellos tenía un pariente en prisión y le pidió a Lanssiers que lo visitase. Ese fue el comienzo de una relación con las cárceles que se mantendría durante toda la vida del sacerdote: en 1974, el Estado peruano y la Iglesia católica nombraron a Lanssiers capellán de las cárceles. Desde entonces se dedicó al trabajo en los penales, sobre todo de Lima: Lurigancho, El Frontón, Miguel Castro Castro, Santa Mónica, etc. Compaginó esa labor con la docencia en el Colegio Recoleta, la Pontificia Universidad Católica del Perú y la UNIFE, a la vez que escribía artículos para medios nacionales y extranjeros. Algunos de sus textos están recopilados en su libro Los Dientes del Dragón

Para los años noventa, Lanssiers ya era considerado una figura imprescindible en temas penitenciarios. Su comprensión de los seres humanos y su apertura de espíritu le permitía generar la confianza de los individuos más opuestos y mediar en las situaciones de mayor tensión. En 1992 fue nombrado Presidente de la Comisión Gubernamental de Diálogo con los Organismos de Derechos Humanos encargada de asumir la defensa de los reos inocentes acusados por terrorismo y de propiciar comunicación y entendimiento entre los diferentes organismos de derechos humanos y el gobierno. La Comisión logró la liberación de aproximadamente 1,200 personas que sufrían condenas injustas. Entre 1996 y 1999 Lanssiers representó al presidente de la República en la Comisión Ad-Hoc de Indultos para casos de Personas injustamente detenidas por Terrorismo y Traición a la Patria (Ley 26655). Luego se incorporó a la Comisión de Indultos del Ministerio de Justicia hasta el 2001.

Otra faceta de su trabajo con los presos fue la presidencia de la Obra Recoletana de Solidaridad, desde la que brindó ayuda humanitaria, medicinas, alimentos y ropa a los internos y familiares, además de apoyarlos en la comercialización de su trabajo. En el año 1997 creó la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad para seguir brindando apoyo legal y humanitario a los internos. Tras su muerte en 2006, la Asociación continúa con su legado.

Su labor mereció los siguientes premios y distinciones:

  • Comendador de la Orden del Sol 1968, otorgada por el Estado peruano.

  • Premio Nacional de Derechos Humanos "Angel Escobar Jurado" 1994, otorgado por la Coordinadora Nacional de DD.HH.

  • Personaje del Año 1997, otorgado por el Circulo de Periodistas de Radio y Televisión del Perú.

  • Sacerdote del Año 1997, otorgado por el Diario "El Sol".

  • Comendador de "La Orden de Leopoldo", otorgado por su Majestad el Rey Alberto II Rey de los  Belgas, en 1998.

  • Medalla de Honor otorgada por el Congreso de la República en Diciembre 2002.

  • Medalla "Toribio Rodríguez de Mendoza", otorgada por el Tribunal Constitucional en diciembre del 2004.

Luego de su fallecimiento, se creó el Sindicato de Trabajadores de Construcción Civil y Desempleados “Hubert Lanssiers Dirix”, que lleva su nombre en señal de homenaje a su obra. Este sindicato ha sido reconocido por el Ministerio de Trabajo e inscrito en la Federación de Trabajadores del Perú, y sus miembros han sido merecedores de las becas de CENCICO.